El territorio felino 2

Solitario y sociable al mismo tiempo.

Sin embargo, basta observar aunque sea superficialmente a los gatos para constatar que son, en muchos sentidos, animales sociables. Lo notamos enseguida con los domésticos, pero mucho más con los que viven en libertad tanto en la ciudad como en el campo. Estos gatos vagabundos, que en gran número viven en jardines públicos, terrenos sin cultivar, etc., son objeto de l atención por parte de la Asociación Protectora de Animales, que en el intento de mejorar las condiciones de vida de lo animales impidiendo un crecimiento indiscriminado, han emprendido con éxito numerosas campañas de esterilización, vacunación y marcación muy ambiciosas y completas.

De todos modos, es necesario resaltar que los gatos, cuando se encuentran uno frente a otro, parecen ignorarse y sobre todo, será caso imposible verlos cazar juntos. En definitiva, dada su biología, el gatos puede considerarse en una situación intermedia entre el animal rigurosamente solitario y el verdaderamente sociable.

Para comprender mejor el comportamiento territorial del gato doméstico es interesante examinar la actitud de un pariente cercano, el gato salvaje o Felis silvestris, que se encuentra, fundamentalmente, en los bosques, que no debe confundirse con el gato doméstico que se encuentra en estado más o menos salvaje.

El gato salvaje defiende ante todo su escondrijo en la toca y el territorio que lo rodea, cuya superficie varía en relación con el número de sujetos de la misma especie y al número de posibles presas en la zona, aunque es generalmente del orden de 40 hectáreas. Alrededor de este territorio, el gato salvaje macho puede moverse en un espacio vital de unas 600 hectáreas, donde podrá encontrarse con sus congéneres. A lo largo de los márgenes del territorio existe el riesgo de que se produzcan conflictos, generalmente no violentos; se trata, a menudo, de simples simulaciones acompañadas de maullidos.

Las aunténticas batallas son rara y suelen darse cuando don machos cortejan a la misma hembra, o cuando alguien pequeño es amenazado por un adulto. El gato salvaje delimita su territorio con señales olfativas, principalmente heces u orina.

Los gatos vagabundos (gatos domésticos errantes) de nuestros campos y los gatos en libertad de la ciudad tienen un comportamiento intermedio entre el gato salvaje y el propiamente doméstico. A menudo tienen el curioso hábito de reunirse en la plazas, entre piedras y matas, rozando las paredes, al recorrer la calle o al superar obstáculos.

Dado que el radio de acción de estos gatos está limitado en el campo por barreras naturales (por ejemplo, un río), y en la ciudad por calles o construcciones difíciles de superar, la superficie de su espacio vital varía generalmente en función de la comida disponible. Es evidente que la alimentación de los gatos urbanos vagabundos por parte de los amigos de la población felina modifica esta relación.

La zona en la que se mueves los gatos de un mismo grupo ¿corresponde realmente a la definición más rigurosa de territorio o a la de espacio vital? Difícil respuesta.

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