El Territorio felino 3

La importancia de las señales olfativas.

Los gatos, por consiguente, delimitan el propio territorio rociando a lo largo de sus confines chorritos de orina y depositando la secreción olorosa de la glándula que tienen en la frente, justo encima de los ojos, y en la cola, al refregarse contra paredes, árboles, etc.

En el caso de que la lluvia haga desaparecer el olor de estas secreciones, se repite la operación. Además, arañan los troncos de los árboles o el terreno con la garras, para crear señales destinadas a advertir a sus congéneres de su paso, e incluso del momento en el que han pasado. Éste es un sistema de comunicación que contribuye a evitar los conflictos directos.

Ya que estos comportamientos son regulados por hormonas sexuales, una gata que tiene crías hará retroceder fácilmente al macho, así como un macho sexualmente íntegro alejará a uno castrado. Por ello es desaconsejable castrar a los gatos que  están en libertad: serán fácilmente aventajados por los no castrado. Las asociaciones protectoras son conscientes de ello y proceden únicamente a la vasectomía en los machos y a la ligadura de trompas en la hembras.

Si los hombres no intervinieran para regular la consistencia numérica de las colonias, los gatos de extenderían, ocupando los mejores espacios. El gato es un experto en el arte de ocupar el espacio, como se puede constatar en un apartamento, cuyos ángulos más remotos explora para encontrar los escondites más curiosos. Cuando descubre un nuevo espacio, lo explora describiendo una espiral cada vez mas amplia respecto al punto de partida.

Esta ocupación del espacio también administra con astucia en el tiempo; existen algunos gatos que se instalan el domingo en las grandes oficinas vacías, o se apoderan por la noche de un jardín, quizá para evitar la perro que lo frecuenta de día.

Gatos titulares de dominios colindantes pueden llegar a acuerdos: así un individuo puede ser autorizado a aventurarse en el territorio de otro gato o de otro grupo, o al menos a atravesarlo, siempre que se haya llegado previamente a un acuerdo mediante la capacidad de los interesados de exhibir expresiones amenazantes.

A veces, sin embargo, las cosas no van tan bien y el gato demasiado audaz se arriesga a ser agredido por los primeros ocupantes.

Problemas de este género suceden especialmente cuando gatos doméstico, con mayor o menor regularidad, se aventuran fuera de la casa de sus dueños.

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